Además de dar calor, luz y protección
frente a depredadores, el hombre empleaba el fuego en la
preparación de alimentos, en la fabricación de utensilios de
cerámica, la fundición de metales y en muchas otras
aplicaciones. Al principio lo obtenía de
fuentes naturales como por ejemplo de un árbol ardiendo por la
acción de un rayo, de incendios debido a causas naturales o de
volcanes. Más tarde, el hombre aprendió a
hacer fuego por medio de dos métodos elementales:
percusión y rozamiento. El método de
percusión consiste en golpear dos pedazos de pedernal, generando
chispas que encienden el material combustible (yesca).
Con el otro método se consigue la temperatura de ignición,
frotando dos trozos de madera. También se puede
hacer fuego, girando un palito a gran velocidad en un pequeño
hueco hecho sobre una base de madera. Esto se
realiza, frotando el elemento vertical entre las palmas de las
manos o utilizando un arco, enrollándolo mediante una cuerda. |